Opinión por Lautaro Slpizer-Abogado penalista-
Como sociedad es grave el diagnostico que da cuenta de la creciente acumulación de hechos de violencia contra las mujeres, pero a la hora de poner la lupa en este asunto es inevitable ver que surgen algunas cuestiones que merecen un análisis más minucioso.
Por estos días tenemos dos problemas al respecto: primero que aun conceptualmente el término “femicidio” es ambiguo lo a fin de cuentas genera diversas interpretaciones para un mismo hecho y por ende variadas sanciones si se aplica el código penal pero claro, todo depende del intérprete.
En el derecho comparado se diferencia entre homicidio y femicidio según se trate de dar muerte a un hombre o una mujer respectivamente. En cambio el término que se utiliza para definir lo que socialmente se está debatiendo es FEMINICIDIO.
Es decir que Feminicidio se refiere al hecho de dar muerte a una mujer luego de hechos de violencia pretéritos ya sea física o psíquicamente.
El motivo de la violencia desplegada en forma visceral y luego de dar paso a la muerte, tiene que ver con un pensamiento patriarcal del agresor donde ve a la mujer como una cosa que está bajo su voluntad y dominio absoluto, sin derechos, piensa que es un ser inferior y que tiene a su entera disposición. El desencadenante de la violencia surge cuando la mujer no acata o desobedece una orden, o cuando simplemente se comporta fuera de los parámetros que el patriarca espera según su pensamiento. En fin... el hombre no ve a la mujer como un sujeto sino como un objeto sometido a su arbitrio. Obviamente todo tiene que ver con cuestiones culturales de antaño que han dejado resabios en la actualidad.
Como segunda arista está a las claras que el problema para solucionarlo se presenta bajo una solución muy difícil. Prevenir dichas conductas violentas debe ser la prioridad debido a que las mismas se dan en un contexto intimo familiar y el Estado suele quedar a contrapierna, obsoleto y estéril.
Pero a modo de sugerencia entiendo que ante la primera denuncia por violencia, el Estado debe procurar hacer un seguimiento de la víctima por ejemplo enviando imprevistamente un asistente social a su casa a fin de corroborar que no se haya repetido la agresión inicial y denunciar en caso contrario para que se dispongan la medidas necesarias justamente para evitar lo peor: el feminicidio que es la consecuencia final de una sucesión de causas previas.
Sugiero no atacar consecuencias, sino causas. Porque como ya se ha visto no alcanza solamente con agravar las penas, ese es el final, el castigo pero ya cuando el daño se ha consumado, para terminar con el problema desde la raíz hace falta atacarlo en sus orígenes y allí no habrá más raíz.